Iconografía de los cortejos penitenciales del Santo Entierro y VeraCruz de Moguer

José Bernardo Fuentes Vao. Facultativo de Archivos y Bibliotecas de la Univ. de Huelva

Artículo publicado en la Revista de la Semana Santa de Moguer. 2003. pp.36-38

Descripción del antiguo cortejo santo entierro de Moguer hasta 1914
Diario Odiel 1960, 10 de abril. Descripción cortejo antiguo santo entierro de Moguer

La Semana Santa, propició como otras festividades litúrgicas, la representación de autos sacros que, marcados por el carácter penitencial de la fecha, dramatizaban los distintos momentos de la pasión de Cristo.

 

Los autos penitenciales más extendidos en Andalucía, y por ende en todo el orbe católico, se centraban en dos grandes momentos de la pasión, que serían:

 

El camino de la Amargura: centrado en la figura de Jesús Nazareno, las distintas caídas, y sus encuentros con la Santa Mujer Verónica, San Juan Evangelista y su Madre. Esta representación podría contar con momentos previos al comino: la flagelación, la coronación de espinas, el prendimiento, etc., o posteriores: la meditación, la cruxifición, etc.

 

Restos de esta representación quedan en distintas localidades andaluzas, y se suelen conocer como el Paso (algunos tan significativos como el que aún realiza Ntro. Padre Jesús de Jaén, o Jesús Nazareno del Paso de Málaga). Así mismo,  desde siempre ha existido una esquematización de esta escenificación: son los encuentros que hacen Cristos y Vírgenes de una misma hermandad en las recogidas y encierros, o en puntos concretos de sus recorridos penitenciales, y que antaño se denominaban humillaciones.

 

El entierro de Jesucristo, centrado en la figura de Jesús Yacente solía comenzar con el Desenclavamiento y Descendimiento de la Cruz, continuaba con el cortejo fúnebre del entierro de Cristo, y culminaba con la celebración de su Resurrección, su representación se espaciaba temporalmente pero unida en contenido y secuencia dramática.

 

El ritual del desenclavamiento y descendimiento aún se realiza en localidades como Cartaya o Alcalá del Río. El Entierro de Cristo es de casi obligada presencia en todas las poblaciones andaluzas, así el cortejo fúnebre suele celebrarse como procesión oficial de las respectivas semanas santas locales. Respecto a la resurrección, largo tiempo languidecida y actualmente en emergencia se celebra al modo tradicional en poblaciones como Pilas (con sus famosas “carreritas”) o la Redondela (donde el auto escenifica a la Virgen que busca anhelante al niño Jesús perdido en el huerto, y cuyo hallazgo simboliza la Resurrección).

 

Ambos autos no excluían otros que pudieran celebrarse: la oración en el huerto, el prendimiento, el ajusticiamiento, etc; sobre todo en aquellas localidades que, contando con un mayor número de población y cofradías, rivalizaban incluso en la celebración del mismo tipo de auto (caso de ciudades de Sevilla, Granada o Jaén), y de cuya competencia podían hasta surgir pleitos por reconocimientos en la celebración de los mismos.

 

 

            La gran diferencia entre ambos tipos de autos eran que los primeros solían ser representados por hermandades de sangre, mientras que los segundos lo solían representar hermandades de luz. En términos generales las hermandades de sangre eran más populares, y se manifestaban a través de extremas expresiones de expiación pública mediante la mortificación. Mientras que las segundas, más didácticas y sin ese carácter expiatorio tan acusado eran más ostentosas y por tanto se prestaban más a las clases pudientes de las sociedades locales.

En la celebración de estos autos o dramas participaban tanto imágenes como personas. Las imágenes generalmente en forma de escultura de tamaño natural, si bien podrían encontrarse también imágenes de tamaño académico (caso del Descendimiento de Écija), o bien imágenes bidimensionales, ya fueran pictóricas o bordados, procesionadas en cuadros, estandartes, etc.

            La aparición de personas, además de acentuar el carácter escenográfico y por tanto de las representaciones, propiciaba la existencia de una gran variedad de personajes simbólicos y alegóricos. De estos personajes encontramos muestras, más o menos aisladas, en distintos cortejos penitenciales de nuestros días, en localidades andaluzas como Puente Genil o Alcalá la Real entre otras, o en los espectaculares cortejos de la próxima Lorca en Murcia, y fuera de nuestro país en zonas como el Algarve portugués, Córcega, Malta, o el sur de Italia.

 

            Moguer, no sólo no rompe esta tónica sino que es fiel exponente de ella, como constatan sus dos relevantes hermandades del Nazareno y Santo Entierro. Esta segunda digna de la dimensión y relevancia comarcal de esta población desde el sXVI, ya que las reglas más antiguas que se conocen de la misma datan de 1574. Las hermandades de entierro se vinieron fundado por estas fechas, entre finales de quinientos y principios del seiscientos, fruto del cambio ideológico barroco, que pretendía más aleccionar al público, que presenciaba los cortejos penitenciales, que a la penitencia propiamente dicha del que participaba en él. Precisamente el boato y abundancia de figuras, personajes y “pasos” en estos cortejos fúnebres se motivaban por el carácter didáctico que pretendían tener.

 

            Es escasísima la información que se tiene del cortejo procesional de la Hermandad de la Soledad de Moguer, encargada de enterrar a Ntro. Señor Jesucristo, si bien hay algunas referencias que nos hacen deducir que era de considerable envergadura, y al que afectarían las distintas medidas eclesiásticas y civiles que se dictaron al respecto. Una de las primeras medidas que le afectaría sería el Concilio de Trento, cuya finalidad última era la práctica de una religiosidad consecuente y responsable. El concilio y, principalmente, los sínodos episcopales que se derivaron del mismo, pretendieron acabar con toda manifestación que atisbase algún síntoma de paganismo. Uno de los más significativos fue el Sínodo Hispalense de 1604, que afectaba directamente a Moguer como perteneciente a su diócesis, y que dictaminaba: “No se hagan en las iglesias representaciones de cosas profanas, pero puédanse representar historias de la Sagrada Escritura y otras cosas, conformes a la religión y buenas costumbres, siendo primero vistas y examinadas por nos o por nuestros jueces, con que en ellas no representen mujeres”

 

 

Posteriormente estos cortejos tendrían que enfrentarse a las ideas racionalistas e ilustradas del s. XVIII, que originarían procesos para regularizar y controlar a hermandades y cofradías, especialmente en aquellos aspectos que pudiese prestarse a la hilaridad. De ésta época tenemos una referencia clara y precisa al cortejo de Moguer, en tanto que en 1782 hay documentación por la que la hermandad moguereña solicita sea eximida de no recogerse pasado el ocaso, por la prohibición real por decreto de Carlos III, argumentando que su retraso se motivaba “por no se corta la estación ni ligeros los pasos”. De este párrafo se deduce que el cortejo procesional de Moguer debía ser amplio y ostentoso, ya que idénticos argumentos exponen otras hermandades de Entierro (los casos de Granada y Jaén entre muchos) en la que sí están documentados su cantidad y excelencia. 

Foto: JM Marchena. Besamanos 2015
Foto: JM Marchena. Besamanos 2015

En el s.XIX pugnarían los movimientos e ideas liberales de fuerte anticlericalismo, con el resurgimiento de prácticas y tradiciones antiguas, fruto de una moda y un afán historicista tan fuerte como desleído. En ésta época los elementos alegóricos y simbólicos de estos cortejos se mantendrán lánguidamente, perdiendo progresivamente elementos, y terminando por desaparecer en la mayoría de los casos. En la actualidad sólo restan elementos sueltos de estos cortejos o bien se mantienen fosilizados, en un grado bastante puro, en localidades muy concretas.  En el caso de Moguer, según reza la prensa provincial escrita, que curiosamente describen vagamente el cortejo del Entierro de Cristo:

 

“hasta dicha fecha [1914], todavía recordamos el Santo Entierro al que concurrían gentes de todos los pueblos de la comarca, bellas moguereñas representaban los personales de la Pasión, la Corte de Ángeles abriendo marcha el Arcángel San Grabriel, las Civilas, la Fe, la Esperanza, la Caridad, la Santa Mujer Verónica, las Tres Marías, los Armados magníficamente encarnados con trajes de la época que se conservaron en el antiguo convento de San Franciso, …”

En la crónica, también se resalta el otro gran auto penitencia, el camino de la Amargura (el “Paso”), ya reconvertido en un sermón, como sucedió en la mayoría de las poblaciones andaluzas:

 

“El Sermón del Paso, lo más entrañable y emotivo de su Semana de Pasión… Este tradicional sermón, que se celebra en la noche del Jueves Santo, estará a cargo en el presente año del orador sagrado Rvdo. P D. José Antonio Domínguez […] Las dotes que como orador reconocemos al citado Padre, nos hace prever la importancia que este año revestirá a dicho acto”

 

De esta breve reseña se pueden sacar conclusiones bastante exactas de lo que fue el cortejo fúnebre moguereño, ya que contamos con los siguientes elementos:

 

-       La descripción dada por el cronista, que si bien es vaga e inexacta refleja una estructura conocida y estudiable, si bien hemos de considerar que por lo avanzado de la fecha seguramente ya habría perdido bastantes de sus elementos procesionales.

 

-       La idiosincrasia de la diócesis hispalense que contó con un fuerte inmovilismo iconográfico en la mayoría de sus manifestaciones rituales, y que se refleja literalmente en las poblaciones de su ámbito (a la que pertenecía Moguer, ya que la provincia de Huelva constituía parte de la diócesis de Sevilla), a diferencia de otras diócesis de la archidiócesis en las que Córdoba, Cádiz o Jerez contaban con otros elementos diferenciados en este aspecto.

 

-       Las analogías que tienen estos escasos datos conocidos con los escasos casos conocidos como los de otras poblaciones análogas, como son Huelva, Valverde del Camino, o Ayamonte. Entre los personajes simbólicos que se citan en el cortejo moguereño figuran:

 

Los Armados: Las centurias romanas son de obligada presencia en las hermandades del Santo Entierro, si bien pueden aparecer también en otras hermandades. Su aparición se justifica para evidenciar que bajo el dominio del Imperio Romano sucedió la Pasión y Muerte de Cristo, y que bajo ese mismo dominio se procedería a la expansión del Cristianismo.

 

Estas centurias romana, o escuadrones, se las denominaban popularmente como “armados”, y solían componerse de un capitán, oficiales, alférez, cabo de escuadra, sargentos y los soldados. Originariamente solían portar picas, que iban arrastrando por el suelo en señal de duelo, o bien batiendo banderas en actitud de guerra. Con el devenir de los años las centurias romanas se conformarían como agrupaciones musicales, ay que los instrumentos bélicos eran abundantes en estos escuadrones.

La Santa Mujer Verónica: poco sabemos de la vida de Verónica, ni siquiera aparece en las Sagradas Escrituras, aunque la tradición la ha recogido inserta en la sexta estación del Vía Crucis. Su propio nombre es metafórico: “vera icono” = verdadera imagen o verdadero rostro.

 

 

Esta figura es modelo y fuente de misericordia eterna, ya que valientemente enjugó el rostro de Jesús con su velo en aquel momento que casi todos le negaron. Su aparición en el Entierro de Cristo se justifica en el sentido que muestra el rostro de aquel que ha muerto por los espectadores del cortejo penitencial. 

Foto: JM Marchena. Detalle besamanos 2015
Foto: JM Marchena. Detalle besamanos 2015

Las tres Marías: las tres Marías acompañaron  a la Santísima Virgen durante la cruxifición y exequias de su Hijo, así también podían aparecer los Santos Varones en estos cortejos, ya que las primeras eran las encargadas del amortajamiento y los segundos de la sepultura.

 

-       María Magdalena: fruto de la fusión de tres mujeres, la pecadora anónima que arrepentida ungió los pies de Cristo (Lucas 7:36 y ss.); María de Betania, hermana de Marta y Lázaro (Juan 11:2); y María de Magdala que estuvo en la cruxifición y de la que Cristo expulsó siete demonios (Lucas 9:2). Esta fusión se produjo en la tradición cristiana occidental, ya que en la oriental las considera personas distintas. Sus atributos principales son el tarro de ungüento, con que ungió los pies de Cristo, y el pelo suelo en una abundante melena, ya que al ser una pecadora no podía cubrirse la cabeza como las mujeres virtuosas.

 

-       María Cleofás: tampoco está claro quién pudo ser esta mujer, o bien la esposa de Cleofás (quién acompañó a Cristo a Emaús después de la Resurrección), o la hermana apócrifa de la Virgen María (Juan 19:25). Legendariamente se cuenta que acompañó a Santiago el Mayor a España, y que murió en Ciudad Rodrigo y que fue muy venerada en Santiago de Compostela.

 

-       María Salomé: tampoco está clara quien pudo ser esta María Salomé, o bien la esposa del Zebedeo, madre de Santiago y Juan (los apóstoles preferidos de Jesús), o asimismo la segunda hermana apócrifa de la Virgen. Se la vincula especialmente en el cuidado del Sepulcro y fue testigo de la Resurrección encontrándose entre los que oran en el Cenáculo con la Virgen y los apóstoles en el nacimiento de la Iglesia.

 

La corte de ángeles abriendo marcha el Arcángel San Gabriel: los coros angélicos son también de obligada presencia en las hermandades de Entierro, si bien aquí hay una inexactitud, ya que quien los dirige no es el Arcángel San Gabriel, sino San Miguel.

 

San Miguel es un elemento muy importante en la Iglesia Católica. Originalmente era el guardián de la nación hebrea (Dan. 10:13,21), adoptándolo el cristianismo como santo de la Iglesia militante, siendo nombrado durante la Contrarreforma como jefe de la Iglesia contra la herejía protestante, es pues el arcángel jefe de las milicias celestiales. Se le representa alado y acorazado, portando un escudo y una espada (a veces de fuego) o lanza, y en los más de los casos con el dragón derrotado a punto de ser muerto a sus pies. También se le puede representar con una balanza pesando las almas de los difuntos para ver quien se merece la eternidad, es por ello que se vincule con el Juicio Final. En los cortejos fúnebres se le representa como capitán general de las milicias celestes, si bien en ocasiones su lanza, o espada, se sustituía por el pendón de la Redención humana, que clama a Cristo victorioso ante sus enemigos con su muerte, en su clara alusión a la Resurrección.

 

Respecto a los coros celestiales éstos se estructuraban en torno a nueve estadíos: Ángeles, Arcángeles, Querubines, Serafines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades y Principados. Cada coro sería dirigido por un arcángel, ya fuese de la tradición católica (Gabriel, Rafael) o hebrea (Uriel, Oriel, Eliel, Ociel…)

 

La Fe, la Esperanza y la Caridad: o lo que es lo mismo, las Virtudes Teologales, que constituyen el canon de las tres principales virtudes cristianas (Icor. 13:13). Éstas conforman, junto con las cuatro Virtudes Cardinales clásicas formularas por Platón (Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza), el ciclo de las siete virtudes, que se confrontarán con los Vicios y los siete Pecados Capitales. También existieron otras virtudes menores diversas como la Constancia, la Castidad, la Razón, etc.

 

-       Fe: Es la virtud sobre la que descansan todas las demás pues sin ella es imposible contemplar a Dios. Se representa como una figura femenina vestida de blanco (símbolo de la luz, la pureza y la perfección) portando en la siniestra una Cruz y en la diestra un cáliz como los dos principios extremos de la fe cristiana (creer en Cristo crucificado y en el Stmo. Sacramento del altar), y generalmente con los ojos vendados (ya que la fe es ciega). Puede aparecer también sin el cáliz, o con una fuente (iniciación de la fe cristiana por el Bautismo).

 

 

-       Esperanza: según S. Pablo (Heb 6:19) la esperanza es esa segura y firme áncora del alma a la que nos acogemos (convirtiéndose en la representación cristiana de la esperanza por antonomasia), se la representa con una figura femenina vestida de verde con el ancla, o con un barco (por el espíritu de esperanza al que se acogían los marinos), o con una corona de flores (herencia de la tradición clásica de la esperanza en el fruto que va a llegar).

Detalle grabado árcangeles Santo Entierro de Sevilla (El Palquillo)
Detalle grabado árcangeles Santo Entierro de Sevilla (El Palquillo)

-       Caridad: simboliza el amor cristiano, San Pablo la consideraba la más valiosa de las tres virtudes (I Cor. 13:13) pues de materializaba en el amor a Dios y amor al prójimo, y sin ese amor la Fe pierde valor. Se la representa como una mujer vestida de rojo (el color preferido de la amada en el cantar de los Cantares), en su diestra un corazón ardiente (afecto puro y ardiente) que a veces puede estar alado (así el amor es más rápido y efectivo), y con la siniestra abraza a un niño (amor y afecto a Dios y a sus criaturas), la caridad se refleja en el amor que damos a nuestro prójimo y que se representará por un niño basándose en la cita bíblica: “Dejad que los niños se acerquen a mí(). Otra representación muy extendida sería rodeada de tres niños, a los que a uno estaría amamantando, sosteniendo a otro y el tercero abrazado a ella (reflejando el triple poder de la caridad).

 

Las Civilas [i.e. Sibilas]: surgen en las primeras civilizaciones como figuras míticas, siendo las primeras conocidas las de Asia Menor y profetizando en el mundo antiguo. Tuvieron una vasta y profunda influencia, realizando sus predicciones según oráculos obscuros y de gran complejidad, incluso los romos seguirán recurriendo a las profecías de las antiguas sibilas.

 

            El cristianismo las asimilará, apócrifamente, en un número de doce, reconociéndolas como un elemento más de la iconografía cristiana y católica, ya que los Padres de la Iglesia vieron en ellas las anunciadoras de la venida de Cristo. San Agustín las equiparó a los profetas, estableciendo un paralelismo entre la profecía masculina y femenina: los primeros dentro de la tradición judía y el Antiguo Testamento; y las segundas entre los paganos o gentiles (a los que S. Pablo abrió las puertas de la Iglesia) anunciando la venida de un Salvador para toda la humanidad… El reconocimiento y respeto dado a las sibilas se mantendrá latente a lo largo de la Edad Media, así las sibilas del altomedievo poseían un fuera carácter simbólico y sagrado, generalizándose en el gótico, y cobrando gran esplendor en el sXVI, fruto de la nueva mentalidad humanística restauradora de los elementos clásicos.

 

Las doce Sibilas conservadas hasta la actualidad son Pérsica (de Persia), Líbica (de Libia), Eritrea (de Eritras), Cumana, (de Cumas), Samia (de Samos), Cimeria (de Cimeria), Europea (de Europa), Tiburtina (de Tibur), Agripa (quizá corrupción de Egipto), Délfica (de Delfos), Helespóntica (del Helesponto) y Frigia (de Frigia).

 

La presencia de las sibilas en los cortejos de casi todas las hermandades del Entierro es herencia directa de las comitivas sibilinas medievales, que anunciaban la venida del Salvador en el contexto más directamente vinculado a su muerte, es por lo que, tras la representación del descendimiento y previamente a la resurrección, aparecerá como profetisas y precursoras de todo este proceso salvador en el momento de procederse al entierro, su función en el cortejo tiene claramente un carácter mesiánico ya que anunciaban la venida del Salvador para redimirnos.

 

-       Bellas moguereñas representaban los personajes de la Pasión: con esta cita se podrían encuadras otras muy diversas figuras alegóricas o simbólicas, así como otros personajes bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento, pero referenciar aunque fuese algunas sería conjeturas de dudosa credibilidad. Que se resalte que fuesen moguereñas se fundamente en que si bien en un principio las mujeres estaba excluidas de procesionar, sería a fines del sXIX cuando se incorporasen aunque siempre niñas, y pudiendo incluso representar papeles masculinos.

 

Finalizar reseñando que el cortejo moguereño contaba con muñidor que precedía el cortejo, y el paso alegórico del Triunfo de la Santa Cruz, que también se documenta en otras poblaciones de la provincia.

 

 

 

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